jueves, 20 de septiembre de 2012

Ciudades perdidas 94

El hombre me miraba con insistencia. Me acerqué y le invité un trago, eso le soltó la lengua. Ya en confianza me dijo que había encontrado una Ciudad Perdida que concedía todos tus deseos. De inmediato me emocioné y le ofrecí una fuerte suma de dinero por la información para la localización de tan increíble prodigio. 
Después de inenarrables aventuras finalmente di con la elusiva ciudad. Entré con fuerzas renovadas a las extrañas y abandonadas construcciones. Entonces pedí que se me concediera mi deseo. Fue en ese momento, cuando vi el cadáver, que comprendí el porque de la mirada de locura de aquel hombre ya que yo era tan sólo el producto de su extraviada imaginación.

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