Sin embargo, extrañamente, siempre salía premiado el número que hubiese elegido sí él creyera en la suerte.
Un día, incluso, se encontró un papel tirado; lo recogió, vio que era un boleto de lotería y lo tiró. Por supuesto, era el número premiado.
Así que finalmente se sacó la lotería el hombre que recogió el papel, era un hombre que sí creía, aunque su horóscopo siempre decía que nunca se iba a sacar la lotería.
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